El hijo de la Argiva. La búsqueda

martes, 30 de marzo de 2010
Perseo se encontraba a la orilla del mar, ¿dónde podría hallar a Medusa? ¿Cómo le daría muerte? Y algo aún más urgente ¿cómo saldría de la isla? El joven conocía a algunos pescadores, hombres que le podrían ayudar a llegar al continente, su idea era consultar al oráculo de Delfos en primer lugar… Contempló el cielo en busca de señales que le indicaran el camino y se puso en marcha.
Al final logró que una embarcación lo llevara al continente, había desembarcado en Corinto, la ciudad de los dos puertos, y ahora se dirigía por el camino sagrado hacia Delfos. De pronto un terrible fogonazo lo cegó y postró en tierra:
“Levántate hijo de Zeus” le dijo con autoridad una suave voz de mujer.
Perseo levantó lo ojos y vio a una bella mujer de ojos grises armada para la guerra y a un joven de rubios cabellos y mirada traviesa:
“Hijo de Zeus soy Atena, he decidido ayudarte concediéndote mi escudo y el casco de Hades, que te hará invisible.”
“Yo soy Hermes, la voz de Zeus” dijo el joven “quien nos ha ordenado ayudarte, he decidido dejarte un par de sandalias aladas y una hoz con la que cortarás la cabeza de la Gorgona.”
“No la mires” dijo Atena “sus ojos convierten en piedra a los mortales y solo podrás matarla si le cortas la cabeza.”
“Dirígete hacia donde muere el sol,” aconsejó Hermes “Atlas, que sostiene el mundo, podrá decirte donde se encuentra la serpiente.”
Perseo parpadeó de asombro, pero antes de que pudiera darse cuenta los dioses habían desparecido dejando los dones concedidos. El joven se armó y se calzó las sandalias y de pronto se encontró surcando los aires.
Viajó sobre las verdes ondas del Ponto, por encima de islas y tierras. Un amanecer distinguió una inmensa mole en el horizonte. Al principio lo confundió con una montaña, sin embargo, a medida que se acercaba, distinguió los rasgos de un rostro bestial.
“¡Eh!” gritó “¿Podrías decirme dónde se encuentra la Gorgona Medusa”
“¿Quién eres que así increpas a Atlas, que sostiene la cúpula del cielo?” sonó una profunda voz, semejante al trueno.
“Soy Perseo, hijo de Zeus de ígneo rayo” respondió el joven.
“Joven hijo de un dios, la respuesta a tu pregunta la hallarás con las Grayas, en Occidente” respondió el titán.

El hijo de la Argiva. El desafío.

domingo, 28 de marzo de 2010
Un hombre contemplaba las olas del Ponto estrellarse contra las costas de la Isla de Sérifos. Estaba en la playa rememorando los hechos que acababan de acaecer en la isla: su hermano Policdetes acaba de dar un golpe contra la monarquía de la isla y se había autoproclamado rey. Pronto las cosas volverían a su cauce, pero conocía el carácter voluble de su hermano y rogaba a los dioses que sus desafueros no fueran más allá del umbral del palacio que ahora ocupaba.
En ese momento se fijó en un objeto que la corriente había dejado en la playa, un enorme baúl de madera con refuerzo de hierro. Se acercó prudentemente, un regalo de Posidón siempre podía ser peligroso. El cofre se estremeció, una voz parecía salir de él. El hombre tiró de él hasta un lugar seco y lo abrió. Se quedó atónito al descubrir a una bella joven que la miraba temerosa, la ayudó a salir y entonces se dio cuenta de que estaba embarazada:
“Me llamo Dictis” se presentó.
“Yo soy Dánae, hija de Arcisio, rey de Argos.”
En ese momento dio un grito de dolor y se llevó las manos a la abultada barriga:
“Mi hijo, ya viene.”
Pasaron diecisiete años, durante los cuales Dictis acogió a Dánae y educó y crió a su hijo como si fuera su propio padre. Perseo se convirtió en un joven atlético de cabellos oscuros y ensortijados, de penetrantes ojos azules. El joven se dedicaba a la caza y a las competiciones atléticas, destacando por encima de sus oponentes en tiro de disco, una pesada pieza de metal que requería una especial habilidad para ser lanzada. Un día Dictis fue convocado al palacio y se le ordenó llevar consigo a Dánae y a Perseo. Temía lo que su hermano podría hacer al ver a la mujer que había acogido en su casa, Dánae se había convertido en una bella mujer de carácter y fuerza.
La velada transcurrió sin incidentes, hasta que el tirano, borracho, provocó a Dánae. Ésta enrojeció por la ofensa pero se mantuvo en silencio. Perseo miró furiosamente hacia el sitial del anfitrión y dijo:
“Los dioses dieron normas de hospitalidad a los hombres, sin embargo en este lupanar no veo que se cumpla ninguna de ellas, más bien por el contrario, el anfitrión se divierte infringiéndolas.”
Policdetes, rojo de ira ante el insulto, vociferó:
“¡Insolente! ¿Cómo osas dirigirte al rey de tu tierra de esta manera? Te guste o no, tu madre se quedará en este palacio, solo podrás liberarla si me traes la cabeza de la Gorgona Medusa en una bolsa.”
Medusa era un horrible ser, hija de titanes, medio mujer, medio serpiente, con el poder de convertir a los hombres en piedra, se decía que sus cabellos eran en realidad serpientes de poderosa mirada. Perseo miró a su madre con suavidad, temeroso de enfrentarse a la prueba pero decidido a salvar a su madre. El silencio se prolongó largo tiempo.
“Ya me parecía a mí que el gallito cacareaba demasiado rápido” dijo el tirano.
Perseo le miró con dureza y con un rictus de odio en la boca se volvió para salir del palacio:
“Volveré madre.”

¿Quién es quién en el Monte Olimpo?

viernes, 26 de marzo de 2010
La Mitología es un conjunto de relatos encaminados a explicar el origen de determinados fenómenos naturales (recordemos que las civilizaciones pasadas no tenían muchos de los adelantos científicos de los que hoy disponemos) así como para darle un noble origen a determinada institución o a determinado ritual. En definitiva, servía para explicar al Hombre de la Antigüedad el mundo en el que vivía y lo que es más importante, le impedía cuestionarlo al ser este mundo fruto de la acción y/o voluntad de determinados dioses y héroes.

De todas las mitologías de la Antigüedad la más famosa es la greco-latina, de la que disponemos de numerosa información gracias a las fuentes escritas que nos han legado los autores griegos y romanos. Muchos personajes de los mitos clásicos son dioses del enorme Panteón de divinidades con el que contaban griegos y romanos.

Al igual que muchas civilizaciones de la Antigüedad, la civilizaciones clásicas eran politeístas. Lo especial de las divinidades clásicas es que estaban hechas a la medida del Hombre. En efecto, los dioses clásicos estaban colmado de virtudes pero también de algunos defectos como la lujuria, la irascibilidad, la soberbia... Había un dios o una diosa para cada faceta de la vida humana. El Panteón era inmenso aunque normalmente había un canon de doce dioses entre los que se encuentran los más importantes. En el presente artículo buscamos explicar quién es quién en este canon de doce divinidades principales y, a través de conocer su función, comprender como actúan en cada momento.

Zeus: Hijo de Crono y Rea, es el rey de los dioses tras derrocar a su propio padre y el progenitor de la gran mayoría de los Olímpicos con excepción de sus hermanos Hera, Démeter, Hestia, Hades y Posidón. Es el Dios del Rayo. Conocido por los romanos como Júpiter.

Hera: Hermana y esposa de Zeus. Diosa del matrimonio, debe de aguantar las constantes infidelidades de su esposo con otras mujeres. Hera se dedica a hacer la vida imposible a los frutos de estas relaciones. Conocida por los romanos como Juno.

Posidón: Dios de los mares y soberano de estos tras caerle en suerte este "reino" tras la caída de su padre Crono a manos de Zeus. Conocido por los romanos como Neptuno.

Démeter: Diosa de las cosechas. Crea las estaciones tras ser raptada su hija Perséfone por su tío Hades, al sumirse en una profunda tristeza. Conocida por los romanos como Ceres.

Afrodita: Diosa del amor en todas sus facetas. Es la diosa más hermosa del Olimpo. Hay varias versiones acerca de su origen: unos dicen que nació de la espuma y de la sangre de los testículos amputados de Urano, arrojados al mar por Crono. Otros dicen que es hija de Zeus y Dione. Casada con el deforme Hefesto, le engañará con el violento Ares. Los romanos la llaman Venus.

Apolo: Dios de la música, las artes, la clarividencia y la medicina entre otras facetas. Hijo de Zeus y Leto, nació en la isla de Delos donde su madre se ocultó de la furibunda Hera. Es el director del coro de las musas y está asociado al Sol. El oráculo de Delfos le está consagrado desde que diese muerte a Pitón. Los romanos le conocen con el mismo nombre, aunque en ocasiones es llamado Febo.

Ártemis: Diosa de la caza y hermana gemela de Apolo. Vive en el bosque, virginal, en compañía de un grupo de ninfas castas como ella. Está asociada a la Luna. Los romanos la conocen como Diana.

Atenea: Diosa de la sabiduría y de la guerra, usando la estrategia para evitar sufrimiento innecesario. Es hija de Zeus y Metis y nació de la cabeza de su padre tras devorar este a la pobre Metis. Virginal, es la patrona de la ciudad de Atenas. Llamada Minerva por los romanos.

Ares: Dios de la guerra en la vertiente más salvaje de esta. Es hijo de Zeus y Hera y amante de Afrodita. Tuvo poco culto en la Antigua Grecia aunque en Roma toma más relevancia al ser esta última civilización guerrera y expansionista. Los romanos lo conocen como Marte.

Hefesto: Dios del fuego y la metalurgia. Hijo de Hera sin que hubiese mediado hombre o dios alguno. Cuando su madre vio su fealdad, lo arrojó del Olimpo al mar, dejándolo cojo. Casado con la hermosa Afrodita, tendrá que aguantar sus numerosas infidelidades. Enormemente hábil, fabricará muchas armas mágicas que servirán a dioses y héroes para cometer sus misiones. Vulcano es el nombre que recibe en el mundo latino.

Hermes: Mensajero de los dioses. Era el único que podía manifestarse ante los mortales en su forma original. Tenía la virtud de transportar las almas de los mortales al Inframundo. En el mundo romano recibe el nombre de Mercurio y su figura se banaliza convirtiéndose en protector de viajeros y ladrones.

Dioniso: Dios del vino. Era hijo de Zeus y de la mortal Sémele. Su madre perdió la vida al ser persuadida por Hera para que pidiese a Zeus que se mostrase en su forma original y cuando esto pasó, fue carbonizada. Conquistador de la India, vemos como se instituye su culto en la Antigua Grecia en la tragedia de Eurípides "Bacantes". En el mundo romano es conocido como Baco.

Aunque no figura en el canon, debe de incluirse aquí por su importancia a:

Hades: Dios de los muertos y señor del Inframundo tras serle asignado este reino en el sorteo que siguió a la caída de su padre, Crono. Divinidad con poco culto en Grecia debido a su oscura advocación, Hades aparece en pocos mitos, siendo el más importante el de Perséfone y el nacimiento de las estaciones. Los romanos lo llamaban Plutón.

Estas son las divinidades griegas más importantes y las que mayor importancia tienen en los mitos que vamos a tratar en este blog.

FUENTE: Los grandes dioses romanos. Los originales, los importados de Grecia y los fusionados en Historia y Vida nº473 pp.30-57

El hijo de la Argiva. El comienzo

miércoles, 24 de marzo de 2010
Los dos niños no querían irse a dormir. Presentían que era un momento especial: estaba allí el abuelo y querían ver todo lo que ocurriese. Pero mamá estaba muy pesada…
“Marta, déjalos” interrumpió el abuelo “¡sentaos aquí!
Ellos, poco dispuestos a irse, aprovecharon la ocasión y se sentaron en la moqueta a los pies del abuelo:
“Os voy a contar la historia de un príncipe de hace mucho, mucho tiempo. La Historia del Príncipe Perseo, de cómo mató a Medusa y se convirtió en el rey más poderoso de toda Grecia”

En el ágora de Tirinto, ciudadela de los dioses, era día de mercado. Entre la algarabía reinante un pequeño grupo, que iba engrosando con el paso del tiempo, permanecía en silencio escuchando a un solo hombre. Éste era un anciano de ojos cegados, cuya melodiosa voz tenía acentos de las tierras de más allá del Egeo, de las ciudades de la Jonia cercanas a los bárbaros de Oriente.
“¿Sabéis quién fundó la ciudad de Micenas, la rica en oro? ¿Conocéis las historias de los reyes y príncipes que contribuyeron al engrandecimiento de los Perseidas? Os voy a relatar una historia sin parangón, una historia de misterios, traiciones, aventuras… Espero que la Musa, hija de Zeus, me conceda la gracia y la voz para transmitir aquello que me susurra al oído…”

En la ciudad de Argos, hace mucho tiempo, reinaba Arcisio. Tenía una hija, Dánae, una bella niña de cabellos dorados y ojos oscuros, de danzarines piernas y melodiosa voz. El rey estaba feliz ya que su reino, que tanto le había costado conseguir, ya tenía una heredera. Sin embargo el dios de Delfos acabó con esta alegría. Profetizó que el hijo de Dánae mataría a su abuelo y lo sustituiría en el trono. Ante esto, Arcisio, temeroso de los designios del dios encerró a su hija, cuando ya había alcanzado la edad de tener hijos, en una alta torre de su palacio.
Un día, Zeus, el padre de los dioses y señor del Olimpo, descubrió a la joven en su prisión y enamorado de ella decidió entrar en la estancia. Esa tarde cuando Dánae contemplaba melancólica las paredes de la habitación en la que estaba encerrada, sin que ni siquiera un rayo de sol pudiera colarse por una ventana vio un prodigio: un líquido dorado goteaba del techo. La princesa no se movió de lugar mientras esperaba a ver en que acaba todo aquello.
De pronto del charco dorado surgió un hombre, de barba negra y espesa, ojos azules, fuerte y que irradiaba una poderosa autoridad. Sin palabras, la princesa sabía que quien la visitaba era un dios, se contemplaron mutuamente. La princesa clavó sus negros ojos en la figura mientras la pasión se encendía en su pecho.

Arcisio no daba crédito al hecho palpable de que su hija estaba embarazada de varios meses, la profecía del dios parecía inevitable. Sin embargo aún podía hacerse algo, temeroso de perder la vida a las manos del fruto de su hija, la encerró en un enorme baúl de madera y la arrojó al mar, el Ponto se encargaría, y con suerte sería devorada por alguno de los animales de Posidón, y, o eso esperaba, no volvería a saber de ellos nunca más.

Comencemos por el principio

lunes, 22 de marzo de 2010
¡Salud hijas de Zeus! Otorgadme el hechizo de vuestro canto. Celebrad la estirpe sagrada de los sempiternos Inmortales, los que nacieron de Gea y del estrellado Urano, los que nacieron de la tenebrosa Noche y los que crió el salobre Ponto. Decid también cómo nacieron al comienzo los dioses, la tierra, los ríos, el ilimitado mar de agitadas olas y, allí arriba, los relucientes astros y el ancho cielo. Y los descendientes de aquéllos, los dioses dadores de bienes, cómo se repartieron la riqueza, cómo se dividieron los honores y cómo además, por primera vez, habitaron el muy abrupto Olimpo. Contadme esto, Musas que desde un principio habitáis las moradas olímpicas, y decidme lo que hubo antes de ellos.


En primer lugar existió el Caos. Después Gea la de amplio pecho, sede siempre segura de todos los inmortales que habitan la nevada cumbre del Olimpo. En el fondo de Gea de anchos caminos existió el tenebroso Tártaro. Por último, Eros, el más hermoso entre los dioses inmortales, que afloja los miembros y cautiva de todos los dioses y todos los hombres el corazón y la sensata voluntad en sus pechos. Del Caos surgieron Érebo y la negra Nix. De Nix a su vez nacieron el Éter y Hemera, a los que alumbró preñada en contacto amoroso con Érebo. Gea alumbró primero al estrellado Urano con sus mismas proporciones, para que la contuviera por todas partes y poder ser así sede siempre segura para los felices dioses. También dio a luz a los grandes Ourea, deliciosa morada de diosas, las Ninfas que habitan en los boscosos montes. Ella igualmente parió al estéril piélago de agitadas olas, el Ponto, sin mediar el grato comercio.

Hesíodo: "Teogonía" , Invocación a las Musas y Cosmogonía
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Kairós